Más allá del ahora

El presente reclama mucha de la energía de que disponemos. Hay que estar atento al terreno que se pisa, concentrarse en tomar bien la próxima curva y, además, aprovechar al máximo el aquí y ahora, para también disfrutar de cada ocasión. Lo que no está sucediendo ya mismo parece desvanecerse en el pasado o difuminarse en un futuro que es incierto por definición.
Quizá de vez en cuando nos falta elevar la mirada más allá de lo inmediato, de ese vivir urgente regido por el "una cosa detrás de otra" que no concede apenas respiros. En lugar de avanzar con la sensación de estar permanentemente apagando fuegos, se puede recuperar la perspectiva que da el camino, la posibilidad de mirar tanto hacia atrás como, sobre todo, hacia adelante. El pasado nos ha dipositado exactamente donde estamos y por eso tenerlo en cuenta ayuda a entendernos, pero el porvenir está condicionando también el presente con su horizonte de deseos.
Cualquier cosa que se haga apunta hacia una meta. Por eso vale la pena elevarse por encima de la realidad inmediata y preguntarse por los propios deseos, propósitos o necesidades. Cada nuevo propósito, sueño o necesidad modifica el presente. Influye en las decisiones que tomamos, pero uno siempre puede decidir a qué responder y en qué momento. Deteniendo de cuando en cuando la carrera, tomando cierta distancia, se puede dirigir mejor la travesía de la vida. En cada alto en el camino, por breve que sea, se da la oportunidad de revisar el rumbo y corregirlo siempre que sea necesario. Es fácil comprobar que fijar la mirada en un punto ayuda a mantener el equilibrio y dirige la trayectoria de todo desplazamiento.

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